Si bien existen estudios que demuestran la menor incidencia de ciertas enfermedades en aquellas personas que han adoptado dietas vegetarianas, esto todavía no es tan categórico, al menos como para sostener que una dieta omnívora bien balanceada no puede resultar igualmente benéfica.

Con mucha frecuencia me encuentro, en los últimos tiempos, con personas, especialmente jóvenes, que deciden adoptar dietas completamente vegetarianas. Si bien los seguidores de este tipo de dietas las preconizan como una manera de alcanzar un estilo de vida mucho más saludable y natural, esto aún no ha podido ser demostrado.

Existen algunos estudios epidemiológicos serios, como los realizados por los Adventistas del Séptimo Día y los monjes Trapenses, cuyos resultados demuestran que estas conductas alimentarias en las que la carne está ausente contribuyen a disminuir la incidencia de ciertas enfermedades como la diabetes, el cáncer de mama, el cáncer de colon y ciertas enfermedades cardiovasculares y vesiculares, entre otras.

Sin embargo, estos datos no son todavía lo suficientemente definitorios como para afirmar que una dieta omnívora adecuada y bien balanceada, combinada con un estilo de vida saludable, no es igualmente benéfica (National Institute of Nutrition, 1990).

La alimentación vegetariana puede ser clasificada según el grado de exclusión de alimentos de origen animal, de la siguiente manera:

  • Vegetarianos verdaderos o veganos: son aquellos que sólo ingieren alimentos vegetales.
  • Frutarianos: sólo consumen frutas frescas, frutos secos, miel y aceite de oliva.
  • Lactovegetarianos: utilizan vegetales y también productos lácteos.
  • Lactoovovegetarianos: además de ingerir vegetales, incorporan a su dieta productos lácteos y huevo.
  • Semivegetarianos: son los que incorporan carne de pescado algunas veces por semana.

Es necesario tomar en cuenta que, por lo general, las dietas vegetarianas suelen ser bajas en hierro, sobre todo si las comparamos con las omnívoras. Sin embargo, las vegetarianas bien balanceadas y adecuadas a cada persona y momento, no ofrecen más riesgo que las no vegetarianas en este sentido, según la American Dietetic Association (1989).

Aquellas dietas vegetarianas que no estén convenientemente balanceadas pueden presentar, además, limitaciones de ciertos nutrientes como, por ejemplo, proteínas de alta calidad, Vitamina B2, Vitamina B12, Vitamina D y minerales como el hierro, el calcio o el zinc.

Aunque estas limitaciones pueden ser superadas cuando se opta por dietas semi-vegetarianas. También hay que tomar en cuenta que las proteínas de origen vegetal tienen, por lo general, una calidad menor que las de origen animal, debido a la presencia de aminoácidos limitantes, que son aquellos aminoácidos que les faltan o que están presentes, pero en proporciones muy bajas.